DOCE BUENAS RAZONES
PARA "NO" TENER PERRO
1 | BUSCAS UN PERRO PARA QUE VIVA EN EL EXTERIOR. ¿Por qué no pruebas tú, a ver si te gusta? ¡Ya te vale! Una de las principales características de los perros es su talante afectuoso hacia las personas y otros animales. Es por ello que serán MUY desdichados si se les coarta dicho deseo. Un perro condenado al jardín o a una terraza es un perro frustrado, y acabará por generar problemas de comportamiento. ¿Sabes quién pagará tu falta de consideración? Efectivamente: él. Los perros son muy buena gente, y solo pretenden ser razonablemente felices junto a sus amigos. Como ves, compartimos preferencias comunes.
2 | NO TE
GUSTAN LOS PELOS. ¡Entonces,
depílate de arriba abajo! (Es broma). Los perros no pueden evitarlo: tiran pelo
constantemente, y les trae al pairo dónde. Verás al pasar la escoba que ahí va
“parte de tu amigo”. Es lo que hay. Piensa que, en realidad, recoger cada día
esa mata es una excelente noticia, pues confirma su buena salud. Cierto es que
siempre compartirás lindos cabellos con la ropa –el mercado ofrece aparatitos
bastante eficaces–, pero, por otro lado, cuentan que el género “animales de
compañía” es una fuente inagotable de ligoteo (hablo de oídas). Además,
recuerda que los perros necesitan ser cepillados regularmente para mantener su
pelaje limpio y en óptimas condiciones. Si tienes manía compulsiva a los pelos,
descarta vivir con animales.
3 | NO TIENES
SENTIDO DEL HUMOR. Mala
carencia en general, que se convierte en verdadero problema si convives con
perros. Como seres sociables y amistosos que son, manifiestan una
notable predisposición a hacer travesuras. Si de verdad no le acabas de ver la
gracia a despertarte con una pelota de tenis baboseada compartiendo almohada, o
a que el cachorrito decida que las 3:45 (a. m.) es una hora tan apropiada como
cualquier otra para jugar… mejor de olvidas, ¿ok?
4 | ERES UN MANIÁTICO DE LA LIMPIEZA. Prepárate para meter ocasionalmente en casa –que también es la suya, por cierto– a una enorme masa de barro (y quién sabe si de otras materias igual de naturales), o tener marcas de nariz en cada uno de los cristales del coche… o hasta algún que otro escape gaseoso justo en plena reunión familiar. Si no te ves relajándote y poniendo una [medio] sonrisa a estas y similares situaciones, todo apunta a que TÚ y PERRO sois por completo INCOMPATIBLES.
5 | ERES POR NATURALEZA SEDENTARIO, Y PRETENDES QUE TU PERRO TE IMITE. Los perros son animales de por sí activos, y necesitan estímulos como ejercicio regular y socializarse a través del juego y de la relación, o por lo contrario los convertiremos en seres frustrados e infelices. Si te place, tú puedes optar por quedarte apoltronado en el sofá, pero mejor si no condenas a nadie a algo tan aburrido.
6 | TE GUSTA
QUE TODO ESTÉ SIEMPRE EN SU SITIO. Los perros no tienen manos (te habrás
percatado), con lo que su boca se convierte en un instrumento esencial de
interacción. Por tanto, deberás asumir con cierta filosofía que tu amigo decida
convertir en juguete tus prendas íntimas, que al fin y al cabo huelen a ti
(quizá deberían visitar con más frecuencia la lavadora, por cierto).
7 | TIENES LA
INTENCIÓN DE TENER UN PERRO DE FORMA TEMPORAL. ¿Pero tú
de qué vas? ¿Crees que un perro es un reproductor de música? Sucede que los
perros son amigos –verdaderos colegas,
para que nos entendamos–, y tienen la “mala costumbre” de pretender vivir
durante mucho tiempo contigo: toda la vida, si puede ser. Repite conmigo:
perro=compromiso vitalicio. Si contemplas la mera posibilidad de deshacerte de
él cuando tus hijos crezcan y comiencen su etapa escolar, has de saber que no
es una opción ni medio aceptable. El mundo rebosa de animales abandonados que
claman por una familia decente. ¡Y el tuyo ya la tiene! No aumentes la
dramática lista de seres que perdieron su hogar por culpa de decisiones
impulsivas y poco meditadas. La mayoría de estos desgraciados acaban muriendo
de pena y soledad. Si decides tener un perro, repasa estos puntos tantas veces
como sea necesario, por favor.
8 | NO TE
GUSTA CONOCER GENTE NUEVA. El animal necesitará ciertas pautas
educativas que le ayuden a convertirse en un “ciudadano canino ejemplar”. Está
científicamente demostrado que el binomio humano-perro es uno de los más
eficaces para la relación social. Los perros son “imanes” para la gente (¡es
materialmente imposible caminar al lado de un perro y no ser parado por
extraños!). Si te reconoces como “misántropo irreversible”, deshecha la opción
de tener un perro.
9 | QUIERES
GANAR UN POCO DE DINERO HACIENDO CRIAR A TU PERRA. Hay mil
posibilidades de invertir esperando una lícita rentabilidad. ¡Pero los amigos
no son acciones de bolsa! Cada año, miles de inocentes mueren por culpa de los
“buenos sentimientos”, como hacer caso al vecino que te pidió que le reservaras
un cachorrito del perro de tu amiga. ¡No pretendas hacer negocio con tu colega
peludo, so caradura! Haz caso omiso al enterado de turno que va por ahí
alabando la “bondad de la cría”. No te engañes: ellos y ellas no lo echan de
menos, y traer más perros al mundo es un criminal acto de irresponsabilidad.
Además, si lo piensas, la cría doméstica nunca puede ser rentable, pues
requiere desde el principio una considerable inversión: atención veterinaria,
medicinas, y un sinfín de “complementos”. Pero con independencia de esto,
recuerda que los amigos son para disfrutarlos, no para explotarlos.
10 | BUSCAS UN
PERRO DE GUARDA. Seguramente
has oído hablar de las “alarmas”. Son unos aparatitos que, llegado el momento,
generan un sonido tan desagradable como necesario. Bueno, pues es eso lo que
necesitas; no un perro guardián. Porque los perros son camaradas, no sirenas de
la policía. Si de verdad necesitas protegerte, incluye dentro de esa protección
a los tuyos –¡también a los animales!–, e instala el correspondiente sistema de
seguridad, como todo hijo de vecino.
11 | ¿DARÍAS LO
QUE FUERA PARA QUE ESA BOLITA DE PELO NO CRECIESE? Algunos perros –sean de raza o mestizos– llegan a
alcanzar un tamaño considerable, pudiendo superar los 50 kilos. ¡Eso es mucho
perro! Puede que acabes con un oso peludo e hiperactivo que derribe sin querer
con su rabo todo cuanto se interponga en su camino. No hay que ser diplomado en
veterinaria para saber que “ese chucho no crecerá demasiado”.
12 | PIENSAS EN
UN PERRO COMO UN ELEMENTO TERAPÉUTICO PARA TUS HIJOS PEQUEÑOS Y UNA
RESPONSABILIDAD PARA LOS MAYORES. Ambas cosas son en parte ciertas. Entre perros y
niños deberían establecerse siempre vínculos amistosos y hasta cómplices –es de
hecho lo que suele acontecer–. Sin embargo, la responsabilidad máxima de un
perro debe recaer siempre sobre un adulto. Los niños pueden ser unos
maravillosos amigos y compañeros, pero necesitan ser guiados y adoctrinados por
sus referentes pedagógicos: los mayores.
RECUERDA: Solo si no te ves reflejado en ninguno de estos puntos puedes considerar que quizá –y solo quizá– estés preparado para convivir con un perro. Es de suponer que habrás captado que JAMÁS DEBES COMPRARLO, SINO ADOPTARLO.
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