BLANCO
Me escribe una conocida mostrando su
desazón. También su rabia contenida. Mataron a un zorro blanco. En un primero momento pensé que se trataba de un
zorro ártico, y confieso no tener la menor idea de si allá en el norte del mundo
está permitido tirotearlos. Pero la noticia proviene de Burgos, del mismo
corazón de Castilla. Se trata de un zorro común (tan “común” como podamos serlo
usted o yo en calidad de seres humanos, quede claro el apunte), mas con la
particularidad de que era blanco. Cosas del albinismo. Dicha “particularidad”
cromática resultó ser suficiente para que el tipo que acabó con su vida colgara
ufano su foto –la de ambos, uno con sonrisa de oreja a oreja, el otro cadáver– en
las redes, y todavía debe de estar contando la hazaña a los amigotes de comando.
Mi conocida me pregunta si no se
puede hacer nada contra estos crímenes, y le contesto que mucha gente ya hace
cada día lo que buenamente puede, desde el anonimato de su conciencia o desde
una organización animalista, según toque y se prefiera. También le añado que, legalmente, poca cosa. En este santo país uno –o una– puede disparar a una bolita de nieve sin
que le suceda nada, salvo que le llamen héroe
o hijo de la gran puta en Internet.
Y puse antes “tipo” por no poner José Antonio García, porque dice llamarse así,
como un ejército de españolitos. Ya lo sabemos. Conocemos su jeta de machote
ibérico, posando para la posteridad en ese paraje yermo, como mismamente yerma debe
de ser la zona empática de su cerebro.
Cuentan que
el señor García “se llevó el pasado
domingo una de las mayores sorpresas cinegéticas de su vida, por no decir la
mayor”. Puede ser. Porque no es cotidiano que te salga al encuentro en el
páramo burgalés un zorrito níveo. Y más ahora, con uno menos en la lista.
¿Pero de qué pasta está hecha esta
gente? Digo los cazadores,
incapaces de desapuntar al objetivo aunque sea un zorrito blanco. Sí, ya sé que
lo mismo da blanco que verde pistacho; que igual le duele a uno que a otro, sea
zorro, perdiz o trucha arco iris. Pero me ha dado el punto ingenuo, y me
pregunto ahora si acaso estos tipos, los José Antonio García de turno, no
tienen un rinconcito dulce, aunque sea interino, en eso que llamamos corazón, para dejar marchar por donde
vino a un zorro adolescente; que haga el muchacho sus correrías de zorro y que
juegue con sus hermanos zorros al escondite, o a lo que les dé la real gana. Recuerdo a un joven De Niro bajando el rifle, “perdonando”
al imponente ciervo, y quisiera imaginarme a un García en similar tesitura el
próximo domingo. ¿Entienden ahora lo de “ingenuo”?
Siguen el relato de los hechos: “El aficionado salió a recechar un
corzo, y después de haber intentado dar con el ungulado –¿se puede
ser más cursi?–, se encontró con esta rara especie de zorro albino –¿se
es especie por el mero hecho de ser albino, por cierto?– que nunca antes habían visto en
la zona, hasta precisamente la tarde del sábado, cuando atravesó la
carretera de la localidad delante del vehículo de un hermano del
afortunado cazador, que enseguida puso en conocimiento de su hermano este
avistamiento”. ¡Vaya par de joyitas, los hermanos! Se creerán Stursky y Hutch a punto de atrapar al malo malísimo de la ciudad, sin haberse siquiera percatado de que los auténticos
criminales son ellos mismos: José Antonio García & friend.
Y relatan igualmente que tras la
fechoría llevaron el cuerpo al taxidermista, para que lo “naturalizase”, como
si fuera normal matar a un ser pletórico de vida para luego pagar una pasta por
conseguir que parezca lo más vivo posible, y supongo que colocar su figura rígida
al lado del televisor (¡perdón… plasma!), y quién sabe si deleitarse en su
acartonada presencia con documentales sobre naturaleza.
Yo no sé a ustedes, pero a mí lo que más me impresiona de las
imágenes es precisamente lo que no aparece: sangre. Un solo disparo, mortal de
necesidad, y el zorrito sigue blanco, inmaculado.
[*] Montse: vamos avanzando, de verdad. Mira
si no los comentarios que dejan los lectores de esta revista cada vez que se
habla de animales. Seguro que impensables hace no tanto. Sé que la paciencia a
veces muerde las entrañas, pero es lo que toca si decides estar en la parte
buena.
Pobre Montse. Si elige "estar en la parte buena" ya puede prepararse para todos los berrinches y todas las sesiones de mala sangre que le esperan.
ResponderEliminarLa semana pasada sin ir más lejos mi dermatóloga me contaba que su padre es veterinario y cazador. Y cuando le dije extrañada: "curioso, que un hombre que dedica su vida a salvar animales tenga como hobby matarlos" me contestó toda sonriente: "no te creas, le encantan los animales, no sabes qué disgusto se llevó cuando se le asfixiaron los perros dentro de la jaula del coche. Ya sabes, los dejó a la sombra para comer en un restaurante, pero el sol se movió y se conoce que los pobres se asfixiaron..."
Con mis propias manos la hubiera asfixiado yo a ella para borrarle la sonrisa estúpida. A ella, a su padre y a todos los cazadores amantes de los animales....