TEO NO SE ENTERA
“Teo es un niño simpático y divertido
a quien le gustan mucho los animales y la naturaleza”. Esta viene a ser la presentación de Teo en su visita
al zoo local. Para
incondicionales, supongo; aunque a mí Teo
siempre me pareció un niño entre repelente y megañoño, y sobre todo un perfecto
ingenuo. Pues bien, y si tenía alguna duda, se me despeja tras saber que el
muchachito no tiene mejores planes para el domingo por la mañana que acercarse
al zoológico. Teo cree que los animales residentes son felices, unos suertudos
que disfrutan del resort solo tras
conseguir una plaza entre multitud de aspirantes, que mueren de viejecitos y
que el Director, compungido por tan irreparable pérdida, se ocupa de que sus
cenizas sean esparcidas por la tierra que vio nacer a sus antepasados: África,
América, Oceanía… Teo debe de
pensar sin duda bobadas de tal pelo, más si cabe tras la dominical visita junto
a su hermano pequeño, invitados ambos por tía Rosa, otra que tal baila. Teo no se entera.
Como Teo, mucha gente sigue percibiendo los parques zoológicos como
“paraísos para los animales”: el lugar soñado por leones, monos y flamencos. Hasta pueda que Marius –con sus facultades físicas y mentales intactas– llegara a
pensar algo similar en su cabecita de jirafa adolescente. Pero ni tiempo tuvo
el pobre de rectificar en sus creencias, desplomado desde las alturas tras el
disparo de un trabajador del centro. ¿Sacrificio humanitario? Pues no, porque,
como se ha apuntado, Marius estaba
perfectamente sano. Pero cometió el error de no portar genes “demasiado
originales”, y eso lo convertía en un ejemplar “sin interés para el programa de
reproducción del que formaba parte”. “La gente tiene derecho a protestar. Pero,
por supuesto, nos ha sorprendido”, declaraba Tobias Stenbaeck, portavoz del
zoológico de la capital. Sin otras valoraciones periféricas, el sr. Stenbaeck me parece lo más parecido
a un tontaina, en su estricta
acepción moral. Porque hay que serlo para “sorprenderse” por las protestas de
la gente ante tan burda muerte. Mucho
más después de conocer que el animal fue fríamente descuartizado ante el
público que en esos momentos visitaba el recinto, numerosos niños incluidos numerosos
niños incluidos. ¡En Copenhage! Los signos de admiración también son
muestra de notable ingenuidad (la mía, en este caso), al creer que, traspasadas
ciertas fronteras, se entra en una nueva dimensión. Seguro que hay importantes
avances por aquellos lares respecto a estos, aunque conviene recordar
igualmente que hablamos del mismo país cuyas autoridades se aferran a la pueril
coartada cultural para defender la matanza
anual de calderones.
Podría pensarse que la muerte de Marius entra de lleno en lo
estadísticamente anecdótico. Pero la Coalición Infozoos cifra en varios miles los animales que son sacrificados
cada año en los distintos zoológicos europeos, escalofriante guarismo que no
desmiente la Asociación Europea de Zoos y
Acuarios (EAZA, por sus siglas en
inglés). Según Infozoos, “se trata en la
mayoría de los casos de pequeños mamíferos, por lo que no llaman tanto la
atención como el caso de Marius. Pero
desde un punto de vista ético estas muerte son por igual condenables”.
Pues sí…
Teo, chaval, entérate: los zoos son cárceles de animales,
centros sin interés alguno en la conservación de especies ni en el bienestar
altruista de sus inquilinos, meros negocios donde impera la lógica comercial de
la máxima rentabilidad con la mínima inversión, simples centros de operaciones
que se intercambian material, y que
eliminan material cuando la Junta
Directiva considera que hay excedentes. Pero material y
excedentes son en este caso vidas
únicas e irrepetibles, como mismamente lo es la tuya. ¿Te preguntaste alguna
vez si aquellos monos o aquellos leones eran de verdad los mismos que en tu
anterior visita? ¿Hubieras seguido pensando lo mismo si la casualidad te
hubiera atrapado de visita en el zoo de Copenhague durante la aparatosa muerte
del gigantón con piel de terciopelo? Por eso ejecutaron a Marius: meramente para “hacer sitio” a otros reos.
[*] Escribí este artículo para eldiario.es, y
concretamente para EL
CABALLO DE NIETZSCHE, su flamante blog animalista: hasta donde yo sé, el primero
de su naturaleza en un periódico de información general. ¡Enhorabuena a todas y
cada una de sus promotoras!
abril de 2014
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