CITA OTOÑAL EN BIDEBARRIETA
Es Bidebarrieta el
nombre de una calle de Bilbao, en pleno Casco Viejo, que alberga en su tramo
inicial a su “biblioteca de toda la vida”, sita en un contundente edificio que tiene
bien pasado un siglo, de estilo ecléctico,
que es como no decir nada porque de todo tiene un poco. Como tal, la biblioteca ocupa una sala de alto techo, romántica y silenciosa, que para eso es
sala de lectura y recogimiento. Pero yo frecuento más el Salón de Actos, en el
piso superior, imponente y al tiempo discreto, con vidrieras que por sí mismas merecen
una visita. Me acerco allí cada otoño, pues se celebran desde hace algunos
años unas sesiones vespertinas (y públicas) de lo más interesantes, creo. Y,
además, sé con absoluta certeza que no estaré solo escuchando las ponencias, siendo
que desde la platea observa con atención cerúlea Don Miguel [de Unamuno]. Quizá
siente nostalgia el viejo profesor de aquella su primera
conferencia en lo que era entonces el centro cultural y disidente de la ciudad.
Disidente aún lo es, por cuanto se tratan allí los más diversos temas a lo
largo del curso. Por ejemplo, la cuestión
de los animales, que a eso voy.
Este próximo
lunes día 3 se inauguran, en efecto, las VII
JORNADAS VASCAS DE PROTECCIÓN ANIMAL. Se trata de un foro de opinión en su más estricto sentido,
con invitados de todas las tendencias y pareceres, media docena cada año,
divididos en tres sesiones: una pareja cada jornada. La primera suele estar dedicada al debate, elemento esencial, entiendo,
de toda ideología que se precie. Pero, que se sepa, para cualquier debate se
necesitan al menos dos opiniones no coincidentes, y resulta que la administración
invitada declinó (ni siquiera me atrevo a decir que “amigablemente”) la
invitación para explicar cara a cara su política de exterminio de palomas
urbanas. Porque, salvo rarísimas y
plausibles excepciones, no hay en España ayuntamiento de cierta entidad
demográfica que no tenga establecido un rudo protocolo para eliminar a estas
aves. Que, por cierto, son usadas al tiempo por esos mismos consistorios como
representación icónica de valores tan virtuosos como la paz y el buen
entendimiento. ¡Tiene tela! Una palomita al aire siempre arregla una portada. No
obstante, y a pesar de su pomposa etiqueta, los citados ayuntamientos las
trampean en masa para después eliminarlas de la misma forma con gases
venenosos. Aunque ello conlleve un sufrimiento insoportable, no quiero
evitar pensar en toda la escena: en cómo las aves se ven de súbito atrapadas en
la jaula; en cómo se manejan por parte de unos operarios desmotivados (desde su
mentalidad estándar, ¿por qué tendrían que observar un trato considerado hacia
quienes van a gasear apenas unos minutos más tarde?), en cómo las presas se
golpean entre sí durante el viaje; o en cómo empiezan a sentir los primeros
síntomas del mareo una vez abierta la espita. Y acaso lo peor de todo es que esta razzia
–incluso desde su perspectiva técnica– no sirve absolutamente para nada, puesto
que pasados unos meses el número de aves en un espacio dado volverá a ser el
mismo, mientras la comunidad siga teniendo la misma carga reproductora. Es así
que la mera eliminación protocolaria y repetitiva se limita en la práctica a
“contentar” a ese fragmento de vecinos que protestan por todo. Podría hablarse
de un auténtico “sacrificio ritual”.
Durante la segunda sesión
(martes día 4) nos visitará la policía. No, no es que tengamos en mente hacer
nada malo. Es que está invitada. Dos curtidos agentes
–pertenecientes a la Ertzaintza y al SEPRONA– nos trasladarán en vivo su
experiencia profesional en el particular campo de la defensa de los animales: de
cómo en ocasiones se encontraron tras una puerta con el infierno en la tierra, o
aquella vez que pudieron acariciar, ya recuperado, al mastín que fue no ha
tanto un saquito de huesos y terror.
La tercera jornada
(miércoles día 5) se dedica a eso que podríamos llamar “la madre del cordero”:
la educación. Cuentan algunos que somos lo que aprendimos de niños, y digo yo
que también de mayores podemos dar un giro al timón y resetearnos de arriba abajo, o casi.
Cuestión de caracteres y de compromiso, como todo en esta vida. En dicha sesión
habrá ocasión de escuchar a dos educadores, que lo son por tratar con gente
menuda (¡menuda gente!), para tratar de cimentar sus valores en cosas como la empatía, la solidaridad, la ayuda al
necesitado: esculpir en ellos una ética
global, en definitiva. Así entrarán en la edad adulta con cada, y no habrá
necesidad de reseteo alguno. ¡No me
negarán que venir a este mundo –o a alguna de sus etapas vitales– con la ética
global “de serie” es de lo más práctico!
Olvidaba
remarcar un detalle que, por su calado político, no debiera pasar
desapercibido: las Jornadas están
auspiciadas por el Gobierno Vasco, que encarga su organización a una entidad
animalista. Allá cada cual, pero se me antoja que esta apertura de miras
debería ser justamente reconocida, visto lo visto y soportado lo soportado.
Termino el
artículo aclarando para los no iniciados que Bidebarrieta significa
algo así como “caminos nuevos”. Como amante que soy de la metáfora sencilla, les
dejo esta, por ligar de alguna forma el espacio físico, las Jornadas y
sobre todo su propósito central: enseñar, aprender… pero sobre todo “aprendernos”. A
quienes acudan, bienvenid@s.
[*] Escribí este artículo para El caballo de Nietzsche, el flamante blog animalista de eldiario.es.
© octubre 2014
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