ENCUENTROS EN LA 'TERCERA FASE'
Con frecuencia se nos pregunta acerca de
cuál es la fórmula más eficaz para la lucha cotidiana en favor de los animales.
Siempre respondemos lo mismo: no lo sabemos con absoluta certeza. Pero nuestra
experiencia [de varias décadas] nos apunta que el cambio de mentalidad resulta
crucial en todos los sentidos. Y quizá de manera particular si se da en el
ámbito administrativo-gestor: políticos + técnicos.
Acaso en una
primera fase haya que hacer visible la escalofriante problemática animal, a
través de los medios de comunicación (gratis total) y de cuantas vías tengamos
a nuestro alcance. Cuando advirtamos que la 'cuestión de los animales' ha
madurado lo suficiente, y que ya no es entendida por muchos como una excentricidad emocional de cuatro chiflados,
podemos pensar en la segunda.
Consideramos que ha de hacerse un
especial esfuerzo por crear espacios comunes compartidos por las distintas
administraciones públicas (sobre todo ayuntamientos) y entidades animalistas. Hay quien las denomina
'mesas de trabajo', y la etiqueta parece apropiada. Son dichos escenarios donde
mejor se trasladan pareceres, disconformidades y propuestas. Seguro que al
principio todo serán discrepancias (¡o no!), pero el manejo de los recursos y
de las estrategias de cada cual hará sin duda avanzar el proceso, y se
percibirán luces más pronto que tarde, con los beneficios que ello reportará a
los animales.
El ejemplo de Vitoria-Gasteiz es
paradigmático. Se comenzó con una de esas 'mesas de trabajo', y de
ahí salió una Ordenanza Municipal
consensuada que, entre otras cosas, prohíbe la presencia de animales silvestres
en los circos, así como la amputación estética en los animales. También la
exhibición de animales en los escaparates de las tiendas del ramo (por evitar
la nefasta compra compulsiva). O mismamente su uso en eventos urbanos. Y, como
digno colofón, el Consistorio se comprometió negro sobre blanco a crear un Consejo de Convivencia, Protección y Defensa
de los Animales (hoy se llaman Elkargunes:
'espacios de encuentro'), donde ya participan numerosos representantes
políticos, técnicos y sociales. Ahí
estamos los animalistas, por supuesto, evaluando si conviene ir por aquí o por
allá, o si determinadas situaciones merece dejarse algunos 'pelos en la gatera'
para salvar el pellejo completo. Porque nadie dijo que esto fuera sencillo.
Dicho foro de debate (y acuerdos) es la
'tercera fase' del recorrido. Ahí aprendemos todos, y por ello tienen bien
merecida mi particular etiqueta: 'encuentros de coaprendizaje'.
Gracias a este
contexto se logró recientemente acabar con una carrera
de burros con más de medio siglo a sus espaldas (las de los pobres pollinos),
o la eliminación definitiva de animales vivos durante el Mercado Medieval. Y las corridas
de toros en la ciudad agonizan lenta pero inexorablemente.
Políticos y técnicos saben ahora que
'los animales importan', y que cada vez importan más a un sector mayor de la
sociedad. ¡Empieza a resultarles normal oír hablar de derechos animales! Supongo que no es poco…
( octubre 2016