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CIEN
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Cien ciudadanos y ciudadanas vascas, saltándose olímpicamente la sacrosanta paridad (cosas del azar), tuvieron días pasados la al parecer magnífica oportunidad de visitar Ajuria Enea de la mano de su inquilino. La excusa, una fecha marcada en el calendario de nuestra historia política reciente: 25 de octubre. La ilusión quedó en parte chafada por la lluvia, imagino que de corte nacionalista, pero al menos Patxi les prometió un cafelito en los jardines de palacio cuando el tiempo mejore. Que esperen sentados (por la dureza de la climatología vasca, digo, apenas iniciado el otoño).
En un alarde de acercamiento a la sociedad civil, no se les ocurre mejor idea que abrir las puertas de la residencia oficial al pueblo llano, quien lo único que tenía que hacer era llamar por teléfono y manifestar su deseo de participar en tan egregio evento. Y a cruzar los dedos para que salga el papelito con tu nombre. Bueno, cosas de los políticos –y de la dichosa imagen que ya no saben cómo enderezar–, podría pensarse. A mí la fórmula no me parece ni medio acertada, aunque bien es cierto que no soy yo precisamente un modelo de normalidad en cuanto a gustos. Creo saber en qué mundo vivo, y esto de las invitaciones públicas y de las cercanías corporales se lleva mucho, también eso lo sé. Pero lo que considero rayano lo palurdo es el sorteo en sí mismo; que se asuma un acto institucional con todo boato –se supone que pensado para la ciudadanía– como si de una lotería navideña se tratase. Si decides optar por la vía de la invitación, pues hazlo bien. Que vaya quien quiera, que se formen colas interminables al olor de los canapés y del vino español (porque aquí lo que sigue primando es el condumio a cargo del erario público, no seamos ingenuos), y que cuando llegue la hora la verja se cierre a cal y canto y hasta otro año. Pero lo de la tómbola queda pelín hortera, para qué les voy a decir otra cosa, y me atrevería a decir que atufa otro poco a clasismo rancio.
E invitan al acto de tan pulcro sorteo a un selecto elenco de personajes populares –en el sentido de públicos, no me malinterpreten– para que hagan las veces de notarios, a quienes imagino pagarían desplazamiento y estancia, porque si no va de vip esta gente no se mueve, ténganlo claro, sean transformistas, cocinitas o bicicleteros. Un dispendio en estos tiempos, ¿no les parece? El sorteo fue cubierto por numerosos medios de comunicación, cómo no, los mismos que dejaron ese mismo día plantados y sin rueda de prensa a un buen número de asociaciones civiles que pretendían contar cosas con bastante más enjundia que la rifa de marras. Nada nuevo bajo el sol.
Y luego está lo de los globitos. Y lo de los globazos. Los primeros soltados al cielo por no recuerdo qué formación política guay que aún no se ha enterado de que esto de arrojar basura al medio natural es una cochinada, por mucho que se revista de acto reivindicativo. Son los mismos que después nos dan lecciones sobre ecología. Los segundos, aerostáticos ellos, para entretener al pueblo, que, como es tonto, no se ha enterado de la dichosa celebración. Y como sabido es que atravesamos una época de bonanza económica y sobra dinero, pues se contrata una flotilla de globos de ésos y listo: a disfrutar, que son dos días. Son los mismos que te plantan en la cara lo de la crisis para justificar según qué suspensión de proyectos. Nos han tomado por imbéciles, y uno empieza a pensar que no sin cierta razón. A la que nos rascan el lomo comenzamos a ronronear cuales gatos agradecidos. Es lo que hay, y suponer que esto tiene solución a corto plazo se acerca por momentos al género de la ciencia ficción.
Vuelvo a la rifa. Lo suyo hubiera sido que el número de solicitantes ni siquiera habría llegado para cubrir las plazas ofertadas. (Por cierto, que tampoco anduvo la cosa tan lejos, porque ya me dirán ustedes si quinientas llamadas es como para tirar cohetes, conociendo lo que nos gustan los saraos gratis total, antes lo decía). En tal sentido, no sé cómo, pero ya se habrían encargado ellos solitos, los promotores de la idea, de hacer las cabriolas necesarias para maquillar el ridículo y trasladarnos el éxito envuelto en celofán. Medios no les faltan, tómese la expresión en su doble y literal sentido.
Ignoro quiénes fueron al final los agraciados con tan chusca lotería, pero, a fuerza de ser sincero, a mí me hubiera encantado que el grueso completo hubiera pertenecido al extremo rojo de eso que llaman izquierda radical. Imagínense a Patxi entrando en el recibidor, corbata impoluta y perfumado de arriba a abajo, encontrándose de sopetón con la muchachada, ataviados ellos y ellas con las consabidas camisetas a rayas, con sus piercing por doquier y sus botas de monte manchadas de barro cual si acabaran de hollar con éxito los Hiru Haundiak, informales a la par que elegantes en su estilo, todos y todas con cara de mala hostia. ¿Imaginación perversa? ¿Mala fe? No pierdan el tiempo elucubrando sobre esa posibilidad. Ya les digo yo que sí. La peor de todas..
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Cien ciudadanos y ciudadanas vascas, saltándose olímpicamente la sacrosanta paridad (cosas del azar), tuvieron días pasados la al parecer magnífica oportunidad de visitar Ajuria Enea de la mano de su inquilino. La excusa, una fecha marcada en el calendario de nuestra historia política reciente: 25 de octubre. La ilusión quedó en parte chafada por la lluvia, imagino que de corte nacionalista, pero al menos Patxi les prometió un cafelito en los jardines de palacio cuando el tiempo mejore. Que esperen sentados (por la dureza de la climatología vasca, digo, apenas iniciado el otoño).
En un alarde de acercamiento a la sociedad civil, no se les ocurre mejor idea que abrir las puertas de la residencia oficial al pueblo llano, quien lo único que tenía que hacer era llamar por teléfono y manifestar su deseo de participar en tan egregio evento. Y a cruzar los dedos para que salga el papelito con tu nombre. Bueno, cosas de los políticos –y de la dichosa imagen que ya no saben cómo enderezar–, podría pensarse. A mí la fórmula no me parece ni medio acertada, aunque bien es cierto que no soy yo precisamente un modelo de normalidad en cuanto a gustos. Creo saber en qué mundo vivo, y esto de las invitaciones públicas y de las cercanías corporales se lleva mucho, también eso lo sé. Pero lo que considero rayano lo palurdo es el sorteo en sí mismo; que se asuma un acto institucional con todo boato –se supone que pensado para la ciudadanía– como si de una lotería navideña se tratase. Si decides optar por la vía de la invitación, pues hazlo bien. Que vaya quien quiera, que se formen colas interminables al olor de los canapés y del vino español (porque aquí lo que sigue primando es el condumio a cargo del erario público, no seamos ingenuos), y que cuando llegue la hora la verja se cierre a cal y canto y hasta otro año. Pero lo de la tómbola queda pelín hortera, para qué les voy a decir otra cosa, y me atrevería a decir que atufa otro poco a clasismo rancio.
E invitan al acto de tan pulcro sorteo a un selecto elenco de personajes populares –en el sentido de públicos, no me malinterpreten– para que hagan las veces de notarios, a quienes imagino pagarían desplazamiento y estancia, porque si no va de vip esta gente no se mueve, ténganlo claro, sean transformistas, cocinitas o bicicleteros. Un dispendio en estos tiempos, ¿no les parece? El sorteo fue cubierto por numerosos medios de comunicación, cómo no, los mismos que dejaron ese mismo día plantados y sin rueda de prensa a un buen número de asociaciones civiles que pretendían contar cosas con bastante más enjundia que la rifa de marras. Nada nuevo bajo el sol.
Y luego está lo de los globitos. Y lo de los globazos. Los primeros soltados al cielo por no recuerdo qué formación política guay que aún no se ha enterado de que esto de arrojar basura al medio natural es una cochinada, por mucho que se revista de acto reivindicativo. Son los mismos que después nos dan lecciones sobre ecología. Los segundos, aerostáticos ellos, para entretener al pueblo, que, como es tonto, no se ha enterado de la dichosa celebración. Y como sabido es que atravesamos una época de bonanza económica y sobra dinero, pues se contrata una flotilla de globos de ésos y listo: a disfrutar, que son dos días. Son los mismos que te plantan en la cara lo de la crisis para justificar según qué suspensión de proyectos. Nos han tomado por imbéciles, y uno empieza a pensar que no sin cierta razón. A la que nos rascan el lomo comenzamos a ronronear cuales gatos agradecidos. Es lo que hay, y suponer que esto tiene solución a corto plazo se acerca por momentos al género de la ciencia ficción.
Vuelvo a la rifa. Lo suyo hubiera sido que el número de solicitantes ni siquiera habría llegado para cubrir las plazas ofertadas. (Por cierto, que tampoco anduvo la cosa tan lejos, porque ya me dirán ustedes si quinientas llamadas es como para tirar cohetes, conociendo lo que nos gustan los saraos gratis total, antes lo decía). En tal sentido, no sé cómo, pero ya se habrían encargado ellos solitos, los promotores de la idea, de hacer las cabriolas necesarias para maquillar el ridículo y trasladarnos el éxito envuelto en celofán. Medios no les faltan, tómese la expresión en su doble y literal sentido.
Ignoro quiénes fueron al final los agraciados con tan chusca lotería, pero, a fuerza de ser sincero, a mí me hubiera encantado que el grueso completo hubiera pertenecido al extremo rojo de eso que llaman izquierda radical. Imagínense a Patxi entrando en el recibidor, corbata impoluta y perfumado de arriba a abajo, encontrándose de sopetón con la muchachada, ataviados ellos y ellas con las consabidas camisetas a rayas, con sus piercing por doquier y sus botas de monte manchadas de barro cual si acabaran de hollar con éxito los Hiru Haundiak, informales a la par que elegantes en su estilo, todos y todas con cara de mala hostia. ¿Imaginación perversa? ¿Mala fe? No pierdan el tiempo elucubrando sobre esa posibilidad. Ya les digo yo que sí. La peor de todas..
© noviembre 2009
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Querido Kepa, te escribi en tu ultima redacción de octubre, espero hayas podido leerla, si puedes escribeme a produccionrpe@gmail.com Necesito me ayudes con información para poder obtener el libro Tu también eres un animal. Gracias un afectuoso abrazo. Adriana Rendón
ResponderEliminarGuayaquil-Ecuador
Buenas tardes,
ResponderEliminartienes toda la razón del mundo.
Yo opino que como consumidores (por el tema de la carne, pescado,las granjas explotadoras...);Y por el tema de los políticos, ya que somos todos votantes, tenemos en nuestra mano acabar con todo esto y con lo demas...(aunque sea poco a poco).
Saludos.
P.d Me gustaría que acudieses a la cena de pro-animales de la protectora apasos Bilbao.
¨Creo que esa gente se lo merece¨