lunes, 18 de noviembre de 2013


BLANCO


Me escribe una conocida mostrando su desazón. También su rabia contenida. Mataron a un zorro blanco. En un primero momento pensé que se trataba de un zorro ártico, y confieso no tener la menor idea de si allá en el norte del mundo está permitido tirotearlos. Pero la noticia proviene de Burgos, del mismo corazón de Castilla. Se trata de un zorro común (tan “común” como podamos serlo usted o yo en calidad de seres humanos, quede claro el apunte), mas con la particularidad de que era blanco. Cosas del albinismo. Dicha “particularidad” cromática resultó ser suficiente para que el tipo que acabó con su vida colgara ufano su foto –la de ambos, uno con sonrisa de oreja a oreja, el otro cadáver– en las redes, y todavía debe de estar contando la hazaña a los amigotes de comando.

Mi conocida me pregunta si no se puede hacer nada contra estos crímenes, y le contesto que mucha gente ya hace cada día lo que buenamente puede, desde el anonimato de su conciencia o desde una organización animalista, según toque y se prefiera. También le añado que, legalmente, poca cosa. En este santo país uno –o una– puede disparar a una bolita de nieve sin que le suceda nada, salvo que le llamen héroe o hijo de la gran puta en Internet. Y puse antes “tipo” por no poner José Antonio García, porque dice llamarse así, como un ejército de españolitos. Ya lo sabemos. Conocemos su jeta de machote ibérico, posando para la posteridad en ese paraje yermo, como mismamente yerma debe de ser la zona empática de su cerebro.

Cuentan que el señor García “se llevó el pasado domingo una de las mayores sorpresas cinegéticas de su vida, por no decir la mayor”. Puede ser. Porque no es cotidiano que te salga al encuentro en el páramo burgalés un zorrito níveo. Y más ahora, con uno menos en la lista.

¿Pero de qué pasta está hecha esta gente? Digo los cazadores, incapaces de desapuntar al objetivo aunque sea un zorrito blanco. Sí, ya sé que lo mismo da blanco que verde pistacho; que igual le duele a uno que a otro, sea zorro, perdiz o trucha arco iris. Pero me ha dado el punto ingenuo, y me pregunto ahora si acaso estos tipos, los José Antonio García de turno, no tienen un rinconcito dulce, aunque sea interino, en eso que llamamos corazón, para dejar marchar por donde vino a un zorro adolescente; que haga el muchacho sus correrías de zorro y que juegue con sus hermanos zorros al escondite, o a lo que les dé la real gana. Recuerdo a un joven De Niro bajando el rifle, “perdonando” al imponente ciervo, y quisiera imaginarme a un García en similar tesitura el próximo domingo. ¿Entienden ahora lo de “ingenuo”?

Siguen el relato de los hechos: El aficionado salió a recechar un corzo, y después de haber intentado dar con el ungulado –¿se puede ser más cursi?–, se encontró  con esta rara especie de zorro albino –¿se es especie por el mero hecho de ser albino, por cierto?– que nunca antes habían visto en la zona,  hasta precisamente la tarde del sábado, cuando atravesó la carretera de la localidad delante del vehículo de un hermano del afortunado cazador, que enseguida puso en conocimiento de su hermano este avistamiento”. ¡Vaya par de joyitas, los hermanos! Se creerán Stursky y Hutch a punto de atrapar al malo malísimo de la ciudad, sin haberse siquiera percatado de que los auténticos criminales son ellos mismos: José Antonio García & friend.

Y relatan igualmente que tras la fechoría llevaron el cuerpo al taxidermista, para que lo “naturalizase”, como si fuera normal matar a un ser pletórico de vida para luego pagar una pasta por conseguir que parezca lo más vivo posible, y supongo que colocar su figura rígida al lado del televisor (¡perdón… plasma!), y quién sabe si deleitarse en su acartonada presencia con documentales sobre naturaleza.

Yo no sé a ustedes, pero a mí lo que más me impresiona de las imágenes es precisamente lo que no aparece: sangre. Un solo disparo, mortal de necesidad, y el zorrito sigue blanco, inmaculado.


[*] Montse: vamos avanzando, de verdad. Mira si no los comentarios que dejan los lectores de esta revista cada vez que se habla de animales. Seguro que impensables hace no tanto. Sé que la paciencia a veces muerde las entrañas, pero es lo que toca si decides estar en la parte buena. 


[*] Ver más artículos animalistas en AllegraMag.

1 comentario:

  1. Pobre Montse. Si elige "estar en la parte buena" ya puede prepararse para todos los berrinches y todas las sesiones de mala sangre que le esperan.

    La semana pasada sin ir más lejos mi dermatóloga me contaba que su padre es veterinario y cazador. Y cuando le dije extrañada: "curioso, que un hombre que dedica su vida a salvar animales tenga como hobby matarlos" me contestó toda sonriente: "no te creas, le encantan los animales, no sabes qué disgusto se llevó cuando se le asfixiaron los perros dentro de la jaula del coche. Ya sabes, los dejó a la sombra para comer en un restaurante, pero el sol se movió y se conoce que los pobres se asfixiaron..."

    Con mis propias manos la hubiera asfixiado yo a ella para borrarle la sonrisa estúpida. A ella, a su padre y a todos los cazadores amantes de los animales....

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