lunes, 5 de octubre de 2009


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UN TERRORISTA
EN LA PISCINA

Que era profesor de ética, rezaba el titular. ¿Y? Hablo de la operación antiterrorista que las policías francesa y española llevaron a cabo allá por el pasado mes de abril, gracias a la cual pudo desarticularse buena parte de la infraestructura que al parecer ETA había diseñado para actuar contra el nuevo gobierno en Euskadi. Hasta aquí el contexto.
Una vez identificados los malhechores, los medios informativos sin excepción resaltaron el hecho de que uno de los detenidos a este lado de la frontera impartía clases de ética en un instituto de Vitoria, y aportaban además como dato adicional el hecho de que en ocasiones el mismo individuo había llevado de excursión a sus alumnos para visitar ciertos parajes naturales, imagino que de alto valor ecológico, eso ya no lo sé. Pues a esto en particular me refiero con la breve interrogación del comienzo, que ahora amplio: ¿Y bien? ¿Qué tiene de especial que un terrorista dé clases de ética? Que alguien me lo explique, si no es mucha molestia, porque yo no le acabo de encontrar miga alguna a tan particular circunstancia. Sí, soy plenamente consciente de que los terroristas son muy malos y de que ocupan buena parte de su tiempo en preparar terribles atentados. Hasta ahí llego. Una actividad bien horrorosa, la terrorista. Pero no acabo de ver qué tiene de especial que uno de ellos se dedique a impartir clases de ética desde su actividad de docente. Porque no vaya a ser que estemos hablando de cosas distintas y todos llevemos razón. En cuanto a la ética, digo. Veamos. Si mis datos son correctos, la ética viene a ser la parte de la filosofía que estudia el comportamiento moral. ¿Es así, no? Y la moral, en cuanto que hecho fáctico, se nos presenta como un fenómeno en extremo variable por cuanto a resultados, hasta el punto de que lo moralmente aceptable para mí puede no serlo para otro. Y de ahí lo pertinente que resulta un estudio reglado del mismo: la ética.
No creo estar afirmando nada extraordinario si digo que la mente de un terrorista no contempla que matar seres humanos esté mal siempre, sino que lo está en determinadas circunstancias. Hay quien considera contrario a toda moral causar daño gratuito a los animales, mientras que a la mayoría esta realidad se la trae al pairo, o al menos coloca los intereses del cocinero muy por encima de los que pueda tener la langosta a no ser escaldada viva. Cuestión de dónde se colocan los límites y de cómo se adereza el contenido, lo dicho.

¿Qué ha pasado con la noble profesión de informar? ¿Qué ha sucedido para que, con independencia del matiz cromático del medio en cuestión, la práctica totalidad de los medios de comunicación caigan con tan preocupante frecuencia en reflexiones e interpretaciones reduccionistas que acaban moldeando la mentalidad social hasta convertirla en una masa gris indolente? (Quizá siempre fue así y el tonto es quien ve la película con otros ojos: yo mismo). ¿Qué se supone que es un terrorista en su vida cotidiana? ¿De verdad creemos que los abyectos terroristas se desayunan con sangre de vírgenes y cenan muslo de niño al horno? ¿Hasta dónde hemos simplificado nuestra percepción de las cosas? Recuerdo que no hace tanto el mismo periódico (se las lleva todas) presentaba en grandes titulares la frase de una señora de Logroño, quien todavía con la congoja en el gaznate relataba a la prensa que su hijo había compartido piscina con quien luego resultó ser un terrorista. Dicho sea con todos los respetos que merece la buena mujer (con los que merece, insisto, pero ni uno más), se necesita una generosa sobredosis de simpleza intelectual para declarar tamaña sandez así que el plumilla de turno se te acerca micrófono en ristre. Un terrorista es un peligro objetivo para todos en general y para algunos en particular. Por eso es lícita su detención, como es lícita la detención del policía que tortura en comisaría o la del político listillo que comete desfalco. Pero de ahí a que te coja un ataque de angustia al saber lo de la pileta compartida con el etarra, media un abismo. Los terroristas no suelen ir a hacerse unos largos en la piscina de la urbanización con la dinamita adosada a la cintura, señora mía, porque darían el cante y porque además chafarían el material, y ni una ni otra cosa les interesa a ellos, mas sí al grueso de la sociedad, y aquí retomo el tema de la moral, tan diferente para unos y para otros, según criterios y formas de ver el mundo. Que el terrorista más retorcido ejerza de profesor de ética no veo que aporte gran cosa a nuestra moral colectiva. Por perverso que pueda resultarnos el escenario, ambas cosas son perfectamente compatibles. Al menos mientras aceptemos con anodina inacción que puedan celebrarse corridas de toros asumiéndolas como eventos benéficos, entiéndanme.

Por momentos a uno le asalta la razonable duda de si acaso el mundo del periodismo no estará siendo víctima de un inadvertido proceso de esclerotización creativa –que en cualquier caso espero reversible–. Porque simplemente no se comprende que, con la que está cayendo, algunos se queden todavía mirando al dedo de quien señala las estrellas.
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© octubre 2009
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2 comentarios:

  1. Pues mira que tenía ganas de conocer tu opinión sobre este asunto. Creo que esta noticia se recogió en los medios hace ya bastantes meses. Y recuerdo que yo mismo me pregunté si era incompatible ser terrorista y profesor de ética. Vamos, que no creo que todos los profesores de ética sean seres perfectos que no discuten en su comunidad de vecinos. Pero creo que se puede ser profesor de ética y discutir con tu vecino. Faltaría más. Saludos Kepa!

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  2. Querido Kepa, te saluda Adriana Rendón de Guayaquil-Ecuador, desde hace muchos años he trabajado por labor en defensa de los animales que en cuestión en mi país es muy dificil, sobre todo cambiar la mentalidad, (trabajo dificil pero no imposible), hace un año vi en interner tu libro "Tu tambien eres un animal", lamentablemente a mi País no llega, y se que tener ese material seria de gran ayuda para mi y la fundación que lidero. Me encantaria saber como podria conseguir un ejemplar, ya que no poseo tarjeta de credito por lo tanto comprarlo por internet es casi imposible. Un abrazo fuerte Kepa! y sigue adelante en esta lucha constante, cavando y sembrando semillas de etica a quienes tienen arida la cabeza y el corazón. Espero tu respuesta.

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